jueves, 1 de mayo de 2008

Nombrar los hijos/as.

Hace instantes acabo de cortar una conversación (del latín cum con versare dar vueltas) es decir dar vueltas con el otro /a , en este caso con una amiga y no conocía el nombre de su niña , Ana Clara dijo, y al escucharlo un vendaval de imágenes se anidaron en mí, la niña de la película Ana de los Milagros, la niña de la película Cría Cuervos, la canción de Teresa Parodi , clara como el agua, la canción de Spinetta Ana no duerme y un sabor de dulzura bello se quedo impregnado en mi vivir .

Es más, tuve la osadía de preguntarle casi desconcertándola apenas me dijo el nombre de su hija, si era tan clara como su nombre , y me contó que sí.

He participado en otras conversaciones de padres y madres sobre el nombre de sus hijos/as, mas allá del derecho de los niños y niñas a tener ( ese verbo en este contexto de escritura me conmueve ) un nombre y un apellido , y dando vueltas al asunto me he preguntado ¿ Que se nombra cuando se le entrega un nombre a un/a recien-venido/a a este mundo de mensajes cortos y contactos líquidos.

Hugo, fue el nombre que recibí que en germano se refiere a alguien de gran espíritu y en latín , hidalgo en los tiempos de paz .

Dice Don Humberto Maturana , pensador de la biología del amor y del conocer :

El dar nombres funda puntos de partida si los nombres se incorporan al vivir: Pero no funda necesariamente el punto de partida de quien da el nombre, funda el punto de partida del que escucha –oye.

No olvidemos entrar en lenguaje son modos de coordinar conductas y acciones, de modo que el significado del nombrar está en las coordinaciones que connota , es decir que le dieron vida y luz a esas coordinaciones , valga la rebundancia Ana Clara , es por ello que no es lo mismo un nombre que otro , un Juan , un José , una Candela , una Victoria , cada uno de esos nombres masculinos y femeninos serán diferentes puntos de partida en los que los oyen-escuchan pero también en la claridad de cómo los vivan ellos/as durante todo su vivir.

Nombrar los hijos/as permite una experiencia de coordinación de acciones y conductas que nos permitan dar identidad, la hija de………., el hijo de………. ,el nieto de…….,teniendo en cuenta la libertad desde la que son personas diferenciadas irrepetiblemente luminosas .

Nombrar un hijo/a es entonces una experiencia también irrepetible de ser mamá o papá de los mismos/as , de hacerse cargo de la permanencia irremplazable en ese decir , el papá de………….. la mamá de …………….. , el abuelo de………………. , la abuela de …………….., de aceptar en sus evoluciones las sombras y las luces de esas connotaciones , las sorpresas de las con-vivencias, las formas distintivas que los hagan más sus nombres ,no menos.

Implica cuidado y atención, cuidado en nombrar lo que es no lo que debería ser, atención en disfrutar lo que es, aquí y ahora delante de mí como mamá o papá , sin restricciones , sin preconceptos.

Nombrar un hijo/a es entonces seguir dando vida, expandiendo la capacidad humana de lenguaje y amor, dar vueltas con ellos/as es parte de una tarea continua, concreta , diaria, de entrega de reciprocidad como el mundo andino lo entiende : “devolver por igual lo que se ha recibido” o “recibir como devolución lo que se ha dado”.

Formar parte de crianzas, es nombrar hijos e hijas y también lo que me rodea, lo que rodea ese hacer, tomando al idea de ayllu andina .

Una primera noción de ayllu y quien sabe la más conocida es la que hace referencia a la relación de familiaridad y descendencia que existe entre los miembros de un grupo humano vinculados consanguíneamente y que viven en un territorio determinado.

Sin embargo , la familia en los Andes abarca no sólo a los parientes, sean de un mismo tronco familiar o de troncos afines, sino a troncos familiares no necesariamente afines ni consanguíneos. Decir papá , tío o hermano a las personas de la generación de nuestros padres o de las nuestras, sean o nó parientes consanguíneos o afines, es una manera usual de comunicarse en los Andes. De otro lado hay lo que se denomina parentesco espiritual como el compadrazgo que vincula a personas no necesariamente consanguíneas o afines. Es tal la elasticidad del término y sus fronteras poco rígidas que en Lamas, San Martin, por ejemplo, Ayllu llaman los runas al grupo de personas que en las fiestas se juntan para comer alrededor de una mesa.

En un mundo de equivalentes - es decir no jerarquizada- y donde la noción de persona es vivida como un atributo de todo cuanto existe y no sólo adjudicable a los miembros de la comunidad humana, la palabra “parientes” es extensivo también a los cultivos, a la chacra. Los campesinos consideran a las papas de su chacra como a sus hijas y cuando recién se incorporan le dan el nombre de nueras.

Los aymaras en Puno llaman yoqch´a (nuera) a la papa nueva que se incorpora a la chacra . En Conima, Puno, se llama yerno (tollqa) al agua que traen de la Mamacocha o de algún manantial para el ritual al agua. ( Chambi, N. l989: 63-69) A este "yerno" lo hacen casar con una joven de la comunidad en una ceremonia especial para pedir lluvias. Por otro lado, el granizo es considerado en la comunidad de Quispillacta, Ayacucho, como "nuestro compadre". Así nuestros parientes también vienen a ser los miembros de la naturaleza o sallqa.

Además, los cerros deidades llamados Apus, Wamanis,o Achachilas - según el pueblo sea Quechua del Cusco, de Ayacucho y Aymara de Puno- se consideran como nuestros abuelos, ampliando así la parentela a la colectividad de wacas. Así pues los Apus, al no haber separatidad entre lo runa y las wacas, y la sallqa, vienen a ser también nuestros parientes, de modo que el Ayllu se vivencia como la agrupación de parientes runas, parientes chacras, parientes sallqa y parientes wacas que viven en una “casa” o Pacha que los protege.

Esta ampliación rítmica de los miembros del Ayllu más allá de las fronteras de consanguineidad humana debe hallarse en el atributo andino de la no separatidad entre hombre y naturaleza. Al ser todos miembros de mi Pacha o casa de mi Ayllu , todos los que habitan dentro de ella son vivenciados como mis familiares. La misma actividad de regeneración en los runas no es sólo vivida como producto de la unión de seres de la misma especie , sino también como expresión de la actividad criadora de la Pachamama.

El cuidado al nombrar un/a hijo/a es probable que nos introduzca, en nuevas configuraciones de la concepción de herencia e identidad, bienvenidos , los nombres que connotan y dan respuestas, bienvenidos los nombres de hijos e hijas que transparenten al amor que los trae a este mundo.

Es probable, es posible que en ese hacer nombres, hagamos una humanidad más fructífera , más amorosa en las convivencias.

Hugo Huberman.Gracias Victoria y Ana Clara



1 comentario:

Mariana dijo...

Buscando hacer "una humanidad más fructífera , más amorosa en las convivencias" hemos llamado a nuestra niña ANABELA: AMADA, tal el significado.
Ojala que cada niño que nazca sea recibido en un entorno de paz y dicha, para así tener armonía en esta gran aldea universal.